martes, 16 de febrero de 2010

The damn


Inocente de mi al pensar que todo acabaría por ponerle pimienta a mi cama, la maldición acecha el espíritu benevolente que permite una mil redadas de conciencia tranquila, la acechan como el más macabro de los asesinos y sin pedir ninguna explicación la sentencian a muerte para que abogue por sus penas el demonio, sin dejar ninguna posibilidad de beneficio a la duda. Todos quieren verla arder en la hoguera, quemándose viva, porque muerta no sufriría todo lo que debe por ponerlos mal a todos, por ser engañosa y maldita, porque su cabeza está maldita, su alma está maldita, no tiene opción de regocijarse en el cielo, está condenada a las llamas, nació para ser ajusticiada por los entes pensantes de este planeta; hasta su padre lo cuenta, ella es el peor demonio que pisa sobre la tierra, los atrapa, juega con ellos y luego los descuera vivos, pobre de los hombres que caigan en sus garras porque es un ser despiadado, casi mítico, de hecho creo que si no fuera porque la conozco diría que es una leyenda inventada en las calles de Valparaíso, por las madres que quieren proteger a sus primogénitos consentidos de los placeres carnales de las mujeres por las que se sienten amenazadas.
Viaje sin final, el camino de la perdición es iluminado por la ceguera de los celos y las pestañas de la inocencia no dejan ver a la mujer que hay detrás de todo esto, en fin por más que escribas cosas para vaciar tus venas y descansar el cerebro de tantos absurdos que ya mortificaban a Becquer hace más de cien años, el camino no acabará hasta el día de la muerte, en donde quizás también dé la casualidad que mueras por tu culpa.
PD: por favor no digan que este no es el mundo de la culpa, porque todos participan en él.