A veces pareciera ser
que es imposible escribir algo
que no venga directamente de las entrañas
específicamente de mis entrañas.
No concibo vomitar si no me provocan el vómito
y por lo tanto más que erizarme
debería dar las gracias
a todas las putas
que me introducen
sus dedos sudorosos en la boca
para causarme un reflujo inevitable
donde se me revuelven las tripas,
y saco el estómago por completo
al igual que un sapo enfermo
como si no hubiera otra forma
de quitar la hinchazón de mi colon
a pesar de que me intoxique con píldoras
de todos colores y tamaños
o que me embriague en su conjunción
con un buen licor
de cual sea su precio.
Definitivamente pareciera ser
que mi doctrina no es más que un pensamiento
un sentimiento barato
que cualquiera podría comprar
pero que aún así nadie lo compra.