dejaría toda mi sangre en el suelo
y las cabezas que pudiera
colgadas en la plaza pública,
pero sé que no puedo hacerlo,
y mañana cuando despierte
el bicentenario todavía estará allí
¡diablos!
Bailando sobre cadáveres
mintiéndole al demonio
alimentándose de ratas
palabreando al amor,
descubriendo recovecos
dejando sin sangre a los bancos
rompiendo los récords de sudor
amparando espermios incesantes
merodeando por olores inquietantes
haciendo gritar Dios mio a un ateo
y celebrar un viva Chile a un anarquista,
encadenando al fugitivo a mi cama
encerando el fuego acesante
convirtiendo la ciencia en dolor,
moviendo los vidrios de los vecinos
sonrojando a las madres del barrio
cosechando cadencias ruidosas
tocando el cielo con los dedos
agonizando de placer