Entre una esquina y otra
Me doy cuenta que existe
El cielo y el infierno
Pero no como todo el mundo piensa
Sino que más juntos que nunca,
Ahí yace como un engendro
En esa cama de brasas
Que se van consumiendo
A medida que cada pieza de carne
Se va cayendo
En el medio de la casa gira en torno a dos hebillas
Un símil de ecuaciones indirectas
Que conllevan a un vaivén cadencioso
Y silencio,
El respeto se mueve por debajo de la tierra
Como un ser enterrado vivo
Y los gemidos se escuchan aunque no quieran
Y alli agonizan porque ninguno de nosotros
Está dispuesto a rescatarlo
Nuestro fuego quema más fuerte
Como para concentrarse
En la moralidad de un par de bocas
La casa se incendia a mil por hora
Y los gritos recobran la vida cada vez más
Entre las cenizas y el hielo
Que nos ofrece el lecho infernocelestial.
El cielo se está quemando
Y es por nosotros
Agarra las tenazas
Húndelas en el horno
Que la comida ya está lista.
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